¡¡Ah!! Cómo me gustas!!
Me gustas sin ton ni son.
Me gustas en mis mañanas pero conforme
avanza el día, ese gusto por tí, se va convirtiendo en reverencia hasta que
llega la noche.
La noche, ausente de tí y confidente
contigo. Es cuando te siento más mío, como si perforaras mi pecho para
adentrarte en mi alma. Y me doy cuenta entonces que me gustas
irremediablemente.
Y te siento tanto entre mis sábanas y mis
pensamientos que no te imagino si no escucho tu risa. Que no te sueño hasta que
absorbo tu aroma.
Me preguntas que hay en tí que tanto me
atrae. Y no tengo respuesta.
Eres tú en toda tu esencia, es por todo y
por nada. Son tus risas que escucho sin oír, tus susurros que conozco sin
hablar, tus abrazos que imagino, tu deseo que percibo.
¡Ah! Y como me gusta saber que tú sientes
lo mismo.
Es lo que más me gusta, sentirnos el uno
del otro, intercambiar las alas, regalarnos sueños, escribir historias de
amantes más leales que fieles.
Me gustas cuando me introduces en tus
fantasías y me conduces por ese caminar desvergonzado, tan tuyo. Ahora álgido,
después tierno hasta encontrarme esa sonrisa pícara, perdida en mi memoria,
rebuscando entre mi corazón y mi
intimidad hasta que encuentras la razón de esta atracción tan desmesurada como
inacabada.
Y no sólo me gustas por estas andanzas tan
tuyas, me maravilla que trás los juegos inconexos y lascivos, te conozco y me
conoces mejor que nada, más que nadie. Una frase es el nexo para retomarnos por
dentro y acunar nuestras distancias, encerrar nuestros miedos, sentirnos
poderosos. Compartimos imaginación y pensamientos, confiamos el uno en el otro,
inconclusos, somos y seremos un sin nombre y quizá un sin esperanza...y a pesar
de tanto que me faltas...
¡¡¡Cómo me
gustas!!!
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